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ZonaDePellas

terror

la muñeca

Un buen dia de mayo, Pepa iba con su madre por la calle, y vio en un escaparate una muñeca de pelo rubio y ojos azules; además con la muñeca venía un cuadro en el que habia un payaso muy contento que tenia las dos manos abiertas. Pepa se "enamoró" de ella y le rogó a su madre que se la comprase, su madre (pobre ilusa) se la compró. Pero el vendedor le dijo que era muy importante que le cortase las uñas y la cepillase el pelo todos los días. La niña hizo lo que el vendedor le habia dicho durante unos cuantos meses, pero mas tarde se cansó.
Una mañana apareció la abuela muerta; tenia la marca de un cuchillo o algo parecido que le atravesaba el pecho. Todos lloraron su muerte y 3 dias mas tarde murió el abuelo, no de pena sino por lo mismo de la abuela. Pepa se fijó en el cuadro, el payaso estaba despeinado y con una cara menos alegre, y ahora tenia solo 8 dedos levantados. Al cabo de un mes, Pepa encontró a su padre tendido en la cama con las mismas marcas que los abuelos: estaba muerto.
El payaso tenia ahora 7 dedos levantados y estaba mas contento y arreglado. Poco a poco, los seres mas queridos de Pepa iban apareciendo con las mismas marcas en el pecho o en el cuello. Y el payaso cada vez tenía menos dedos levantados y etaba mas arreglado. Finalmente, con la muerte de su madre, el payaso cerró las dos manos y estaba completamente arreglado; Pepa se fijó en la muñeca: tenia las uñas cortas, y eso que Pepa llevaba mucho tiempo sin preocuparse de ella... Pepa huyó de esa casa y no volvio nunca má.
Creció, se casó y tuvo un maravilloso hijo. Vivían los tres en una casa muy bonita, y todo marchaba perfectamente hasta que un dia, Pepa volvió más tarde del trabajo y cuando entró a su casa parecía que no había nadie, Pepa pasó al salón y allí vio a su marido y su hijo tendidos en el suelo: muertos. Se fijó bien en sus cuerpos y descubrió una cosa que la dejo helada... tenían el pecho atravesado por un arañazo muy profundo.

el coche

Erámos un grupo de siete chicas, nos reuníamos los fines de semana, algunas tardes entre semana y pasábamos los veranos juntas. Una de nosotras trabajaba en una cervecería por lo que era allí donde nos reuníamos. Esta chica tenía muchos problemas en casa, un padre alcóholico, una madre que no le hacía ni puñetero caso...... Salimos ella y yo de marcha solas un par de veces y una de esas veces cuando la dejaba a las siete de la mañana en la puerta de su casa, su padre entraba también con una tajada como un piano. Ella me dijo: Si yo faltara, él se moriría............(Era ella la única de la familia que se preocupaba de recogerle de los bares cuando ya no podía más y se encontraba tirado). El caso es que no la ví en unos días..... una tarde de verano me preguntaron hacía cuanto que no la veía y me dijeron que había tenido un accidente. Yo -ingenua de mí- me fuí a su casa pensando en un piñe de moto y en ir a verla al hospital cuando me enteré de que había sufrido una bajada de tensión y se había ahogado en una piscina porque nadie se había dado cuenta a tiempo..... No sé que me pasó que mientras el resto de la gente se hundió a mi alrededor, yo saqué fuerzas no sé de donde, y primero reconocí el cadaver (que no me asustó ni impresionó lo más mínimo, cuando yo siempre había pensado que pasaría lo contrario si tuviese que verme en esas circunstancias) y además aún tuve fuerzas para arreglar todo el papeleo del entierro y organizar la parte "social" del macabro acto que es enterrar a la gente que quieres. Todo aquella marabunta pasó, el dolor se agudizó conforme se fue calmando el ambiente y pasarón los días y yo......... me sentí de pronto fatal (una reacción tardía pero no por eso menos traumática). Los meses siguientes me pasó que más de una vez yendo en mi coche sentí un escalofrío recorrerme el cuerpo y notaba una presencia en el asiento trasero que me hacía mirar por el retrovisor para comprobar que ella no estaba allí... siempre coincidía aquella sensación de miedo y frío con una canción que nos gustaba mucho y que yo aún ponía con asiduidad. Una vez fue tanto el miedo y el feeling que aquella "presencia" que tuve que aparcar en la cuneta y mirar hacia atrás acojonada para convencerme de que no había nadie...... Al cabo de los meses tuve que vender el coche, porque me daba pánico tener un accidente al ir a buscarla en la parte trasera cuando notaba su presencia allí, (si no lo has sentido no lo entenderás y creerás que el subconsciente me traicionó) pero aquella sensación era tan fuerte y real que una y mil vidas que yo viva juraré que ella estába allí. Cambié de coche como digo y aquel miedo cesó de repente y los escalofríos también. Ah se me olvidaba! Justo un año después murió su padre.... como ella predijo. Recientemente viendo "El sexto sentido" he llorado, de rabia, de dolor, y de nuevo de miedo, porque he pensado que a lo peor mi amiga no sabía que estába muerta y seguía montándose en mi coche para que la llevase de marcha.......

_historia sacada de internet_

ouija

ouija Se habían reunido un grupo de amigos para hacer espiritismo y habían adecuado la habitación para que todo fuera más lúgubre. Les quedó bien, iluminados tan sólo por las velas encendidas, los amigos se dispusieron a practicar la ouija y durante un rato se estuvieron divirtiendo. Alguien les contestaba, aquello estaba animado.
Entonces uno de los chicos comenzó a hacer cosas raras y todos dirigieron sus miradas hacia él. Un chico levantó la cabeza y vió algo más... algo que los demás no pudieron ver.
Dos fuertes manos aprisionaban la garganta del chico y apretaban, apretaban. La víctima abría la boca y buscaba aire pero nadie supo cómo ayudarle, tenían mucho miedo.
El chico que observaba miró hacia arriba y vió al dueño de esas manos. Tras la víctima, estaba su propio padre muerto años atrás.
El fantasma del padre que asesinaba al hijo más allá de la realidad... en forma de espíritu estrangulaba un cuello que los otros chicos veían desnudo, sin esas manos apretando y apretando...
Al final ocurrió lo impensable. La víctima se soltó de las manos y corrió en dirección a la ventana para lanzarse al vacío. Los amigos actuaron rápido esta vez y consiguieron cogerlo de las piernas salvándole la vida.
No sé qué habrá sido de aquel joven.

agonía de un cadáver

agonía de un cadáver Era una mañana calurosa del mes de Mayo. Jhon Hendrix y su esposa se disponían a salir hacia el campo, con sus dos hijos Marie y Jones de 5 y 7 años respectivamente. El matrimonio Hendrix era uno de los pocos que se llevaba relativamente bien. Se habían casado jóvenes, habían tenido dos hijos maravillosos para ellos, y a pesar de haber tenido algunas discusiones, en su matrimonio, habían sido más sus alegrías y por eso seguían amándose.
Aquel día parecía amanecer muy bien para los Hendrix, pero no acabaría tan bien, ni muchísimo menos como hubieran querido ellos.
La mujer estaba preparando unos pequeños sandwiches, mientras el marido hacia el pequeño equipaje.
Cuando de pronto Jhon gritó a su mujer, mientras se agarraba con ambas manos el pecho:
-Elisa, el corazón, Elisa....
Si, efectivamente, Jhon Hendrix padecía del corazón y ya le habían dado algunos ataques, pero éste parecía ser mucho más fuerte. La mujer corrió frenéticamente junto a él:
-Jhon ,aguanta, Jhon...Cariño..
Pero ya nada se podía hacer por su vida. A pesar de que a los pocos instantes una ambulancia lo llevaba hacia el hospital, Jhon dejaba de existir por el camino. El enfermero dijo con tristeza:
-Lo siento señora, no hemos podido hacer más.
Pero ¿Jhon estaba en realidad muerto? NO.
Su cerebro seguía vivo. Puesto que lo único que le había ocurrido era un ataque de catalepsia. El podía oír, ver, pero no se podía mover, no podía comunicarse. Pero si oyó las palabras del enfermero. Y por eso gritó con fuerza en su interior:
-Claro que podéis hacer más, mirarme, yo estoy vivo, estoy vivo!!!
Nadie le podía escuchar, puesto que sólo podía pensar y no hablar.
Estaba lleno de terror. Ojala el ataque de catalepsia que no le había afectado a su cerebro pasara pronto. No fue así. Y al día siguiente se preparaba su funeral. ¡Que ironía!. Su funeral.
Vio a su mujer llorando, y a sus dos hijos, también a sus amigos y conocidos. Todos estaban tristes. Por él. Por su muerte. Pero él estaba vivo...Y por eso gritó:
-Estoy vivo, no estéis tristes, maldita sea, Yo estoy vivo!...
Estaba en su cama amortajado, con las dos manos sobre el pecho. De pronto vio como dos hombres se acercaban a la cama, y lo agarraban uno por las piernas, y otro por la espalda.
El se preguntaba donde lo llevarían. Pronto lo iba a saber.
-No, no al féretro no, esto nooooooooooo, nooooooooo!!!!
Si, efectivamente,lo metieron en el féretro y después escuchó que le preguntaban a su mujer si quería darle un último beso de despedida. Ella accedió y así lo hizo. Cuando lo besó Jhon gritó hacia sus adentros:
-Elisa, cariño, tú no puedes creer que he muerto, tú no lo puedes creer!
Después todo fue oscuridad. Cerraron la tapa y luego sintió como transportaban el ataúd hacia lo que él creyó que era un coche fúnebre. Más tarde lo volvieron a sacar y notó como si fuera bajado a una fosa. Si, era bajado a su propia fosa. El siguió gritando a pesar de que no lo escuchaban:
-¡No, yo estoy vivo, esto es una pesadilla, Dios mío....
Pero pronto se dio cuenta de que no era ningún sueño. Escuchó un ruido procedente de arriba. Y pronto supo lo que era. Eran paletadas de tierra que echaba el sepulturero. También escuchó unas palabras y pudo saber de quien provenían:
-Polvo eres,y en polvo te convertirás.
Un escalofrio recorrió el inerte cuerpo de Jhon. ¡Era el sacerdote!
Después siguió escuchando las horribles paletadas y ya no escuchó nada más. Un silencio de muerte y nunca mejor dicho se había hecho en la tumba. Supo que hacia ya rato que todos se habían marchado.
Entonces empezó a darse cuenta de que al fin podía moverse. Si, sus músculos empezaban a desentumecerse. Intentó hablar y lo consiguió. Ya había pasado el horrible ataque de catalepsia. Ahora lo importante era salir de allí.
Y lo empezó a intentar. Golpeó el féretro con los puños, arañó el terciopelo de la caja con las uñas. Pero nada. Notó como le salía sangre de las manos. Como se le rompían las uñas. Descansó.
Debía recuperar fuerzas. Luego empezó a patalear con los pies. Pero nada. Oía su respiración fuerte; jadeante. Su corazón que latía fuertemente. Gotas de sudor le caían por la frente. Estaba agotado. Pero debía seguir. Pronto no le quedaría aire. Hacia ya bastante rato que estaba golpeando la caja intentando romperla por arriba, pero pronto se dio cuenta que sería imposible. Entonces empezó a golpear por un lado. Y notó como la madera se empezaba a resquebrajar. Quizás pudiera salvarse. Entonces fue cuando escuchó como unos leves rasguños al otro lado de la caja. Se le pasó por la cabeza que quizá hubieran enterrado a otro pobre hombre vivo igual que él. Pero pronto la desechó. Entonces. ¿Que eran aquellos rasguños?. ¿A quien pertenecían?.
Pronto supo de que se trataba. Y un ramalazo de terror sacudió todo su cuerpo. Un grito lleno de horror brotó de su seca garganta:
-¡¡¡No, eso no, Dios.......nooooooo, las RATAS nooooooo!!!

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los cuatro puentes

los cuatro puentes Rebeca tenía dos abuelos a los que adoraba, pero ahora están muertos. Y sobre ellos es la historia que os voy a contar.
Un día el abuelo falleció y la abuela quedó como un alma en pena vagando por la casa que habían compartido tantos años en amor y armonía. Aún tenía familia por supuesto, pero no era lo mismo. La abuela tenía mucha confianza en Rebeca, tanta que terminó confesándole algo que le ocurría: soñaba con su marido muerto.
"Hay cuatro puentes, y al final de los puentes está él, alargando la mano para que vaya con él".
Pasaron los días y los meses, y una noche fue Rebeca la que tuvo un sueño extraño:
Era pequeña y entraba a un ascensor con su abuela. Iban cogidas de la mano y el elevador ascendía pisos y pisos. Una especie de viaje sin retorno puesto que el ascensor no era familiar para Rebeca. No sabía cuántos pisos habían ascendido cuando, de pronto, el ascensor se paró y se abrieron las puertas.
La abuela soltó la mano de Rebeca y salió. Ella trató de avanzar pero su abuela le dijo: "No, tú no vienes conmigo". La abuela le sonrió en su sueño y aquí terminó todo.
Cuando Rebeca se despertó por la mañana su abuela había fallecido la misma noche. En el sueño se había despedido de ella.
Y me preguntaréis, ¿qué tienen que ver los cuatro puentes en esta historia? Cada puente es un mes. La abuela falleció cuatro meses después que su marido, o sea, cuatro puentes después... y recordad que ya os lo decía ella en su sueño: al final de los cuatro puentes, su fallecido marido le tendía la mano.

Tengo que avisar que Rebeca tuvo después y durante años la desagradable experiencia de "ver" a su abuela mirándola desde coches de desconocidos, como si la estuviera observando, y siempre, siempre, echaba a correr llorando hasta llegar a casa.

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el sotano maldito

el sotano maldito Yo tenía el corazón roto en pedazos. Estaba enamorada del chico más popular de clase y no era capaz de conseguirle, había intentado todo para llamar su atención. Entonces ideé un plan para que David cayera en mis brazos. La familia de Carlos, un amigo de clase, tenía una mansión abandonada y le propuse montar una fiesta en el sótano. El muy cretino estaba tan colado por mi que accedió, a pesar de que esa noche no podía asistir.
Para que mi plan fuera un éxito invité a la chica más guay de la clase, Susana, que convenció a David para que viniera. Aparte de Davd y Susana llamé a Erik, para que David no sospechara que lo que quería era estar a solas con él. Y llegó el gran día. Carlos nos acompañó hasta el sótano, cerró la puerta cuando entramos y se marchó. Todo iba bien hasta que David empezó a ligar con Susana, aunque pronto eso dejó de ser el mayor problema. Carlos, que había quedado en venir a buscarnos al día siguiente, no apareció. Mis amigos empezaron a desesperarse, pensando que nunca podríamos salir de allí. Nadie sabía que yo tenía la llave, y que no abriría hasta que David fuese mío. La tragedia comenzó con Erik, era diabético y sin sus medicinas sólo aguantó tres días. Como el mal ya estaba hecho, decidí seguir con mi plan. Lo malo esque David buscó consuelo en Susana y decidí acabar con su vida. Cuando dormía le tiré un tablón de madera que había por ahí suelto. Pero ella gritó despertando a David. Pensé que él entendería que lo había hecho por nosotros, así que le conté que tenía la llave y que les había estado engañando. Él montó en cólera y me acusó de estar loca. Con lágrimas en los ojos, le dije que nadie le quería como yo. "Déjame salir, bruja" fue su respuesta. No lo dudé, le golpeé en la cabeza con el mismo tablón que mató a Susana. Antes de usar las llaves para salir, limpié todas mis huellas y desperdigué algunos objetos de Carlos por la habitación. También me encargué de avisar a la policía de lo que había sucedido: Carlos había enloquecido de celos y los había matado a todos. Sólo yo pude escapar. Por supuesto, creyeron mi versión. Ahora Carlos se pudre en un manicomio, y yo no dudaré en usar la llave si vuelve a gustarme otro chico.

la mecedora

la mecedora "Yo vivo en una residencia de estudiantes y las habitaciones no es que tengan muchos muebles: dos camas, dos armarios y una mesa con dos sillas. Como podreis comprobar no vivo solo; comparto mi habitación con mi amigo Sergio. Pues debido a esa escasez de muebles y de la amplitud de la habitacion, un día que volvíamos de la biblioteca, vimos en un contenedor una mecedora vieja que estaba chulisima y la pillamos. Estuvimos meciéndonos en la calle y decidimos subirla a la habitacion. No fue nada facil hacerlo y sortear al bedel, que un tio tope brasas. Pero con mucho arte lo conseguimos y dejamos la mecedora en una esquina de la habitacion y fue acumulando ropa encima de ella.

Pero una semana después, una noche que estaba estudiando, me parecio ver que la mecedora se movia, era imposible, al principio pense que seria una corriente de aire o algo, y me levante a cerrar las ventanas, pero las ventanas ya estaban cerradas. Pense: 'seran imaginaciones mias', y me volvi a sentar en la mesa, pero por el rabillo del ojo no podia dejar de mirar la mecedora. Cuando me olvide del incidente, oi­ un ruido y me gire. Las cazadoras que estaban en el respaldo de la mecedora habian caido al suelo. Me levanté a recogerlas y vi, esta vez muy claramente, que la mecedora se movía, y no era por la inercia de haberse caído las chupas. Se movía muy despacio, como si alguien se estuviese meciendo. Bajé corriendo a la sala de TV a avisar a Sergio. Subio conmigo mientras repetía que serían cosas mias, y cuando abrimos la puerta vimos la mecedora tirada en el suelo, de lado, y todas las ropas desperdigadas por la habitacion. Sergio dijo que vale, que muy buena la broma pero que no se creia nada. Levante la mecedora y volvio a poner la ropa encima. Y nos fuimos a la cama. Yo no podía quitar ojo a la mecedora pero finalmente me dormí.

De pronto me desperto un ruido, como un roce de algo con algo, y encendi­ la luz, Sergio se desperto. 'Tío apaga la luz', dijo.' ¿No oyes un ruido?', le dije nervioso. 'No, solo te oigo a ti dando la brasa', grito. Finalmente escucho el ruido. Era como un roce. Buscamos de donde venia y vimos el llavero metalico que colgaba de la llave de la cerradura balanceandose y pegando con la puerta de madera. Estabamos cagados de miedo mirandolo y de pronto empezo a dar vueltas como loco, en círculo, como cuando das vueltas a una cadena alrededor de un dedo, pero lo haci­a solo y alrededor de la llave que estaba encajada en la cerradura. Sergio se cabreo. Que ya valia, que muy buena la bromita; y yo: 'tio, que no soy yo'. Y de repente empezo a cerrarse con dos vueltas la cerradura. Clack, clack. Clack, clack... Sergio dijo 'Vale, ya se, estan cerrando con otra llave por fuera', y se giro como diciendo 'aqui­ ya esta todo arreglado', pero me empujo para que me girase. La mecedora estaba moviendose suavemente.
Estabamos que se nos salía el corazon por la boca. El ruido de la llave paro y el llavero se dejo de mover, pero la mecedora se empezo a agitar de forma violenta..., mas y mas, mas y mas..., hasta que se volcó.

Sergio abrio la puerta y salimos al pasillo. Decidimos no contarlo. Despues de un rato deambulando por ahi volvimos a la habitacion, cogimos la mecedora y la bajamos al patio.

Al dia siguiente el bedel pregunto en el comedor que quien había metido una mecedora en el patio, que ya estaba harto de chorradas y que el proximo que armase alguna se la iba a ganar. Cuando despues de desayunar nos ibamos para clase vimos al director de la residencia mirando la mecedora. No sé si la habra cogido..."

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